Por Valeria Estrada
Todos, en algún punto de nuestras vidas, tendremos que dejar atrás alguna u otra cosa: un trabajo, un hogar, una oportunidad, una mascota, una persona.
Es un error común el querer aferrarnos a lo que nos duele. Nos quedamos estancados en el pasado por temor al cambio, porque no queremos lidiar con la incertidumbre del futuro, y preferimos mantenernos dentro de lo que ya conocemos, por más doloroso que esto sea.
Imaginamos cómo sería nuestra vida si hubiéramos hecho o dicho algo diferente, o si tal o cual cosa no hubiese sucedido, pero al darnos cuenta de que el pasado es irreversible, caemos en una desilusión profunda que nos impide avanzar y crecer como personas.
Es por eso que el proceso de dejar ir es tan importante. Ya sea que queramos avanzar por iniciativa propia, o simplemente porque no nos queda más remedio, aprender a soltar nuestra carga es fundamental para poder encontrar paz interior. Aunque es más fácil decirlo que hacerlo, pues es todo un desafío enfrentarse a la realidad.
Dejarlo salir
– Cuando nos aferramos a sentimientos como la ira, el dolor, la ansiedad o la pena sin analizar bien la situación, todas estas experiencias se acumulan dentro del corazón, volviéndose más difíciles de soltar. Tener la habilidad de expresar nuestras emociones de una forma sana es un gran paso para procesar las cosas antes de dejarlas ir.
Aceptación –
Es normal querer saber por qué las cosas terminaron así, qué fue lo que hicimos para haber llegado a cierto punto en nuestras vidas. La realidad es que casi nunca tenemos una respuesta en concreto. Aceptar las cosas como son, sin preguntarnos constantemente la razón, es la única manera de seguir nuestro camino y estar bien. Es algo que debemos hacer para poder darle un cierre a esa etapa.
Mantenerse presente –
– El presente es todo lo que tenemos. No podemos viajar en el tiempo y cambiar los hechos, y lo que sea que nos depare el futuro no ha llegado aún. Debemos permitirnos disfrutar lo que está pasando en el momento: todos los momentos, buenos y malos, los fáciles y los no tanto.
Dejar ir es deshacerse de todas las dudas, preocupaciones y miedos sobre alguna situación, persona o resultado. Es liberarse de todo aquello que no te deja ser feliz, y que ya no te servirá más en tu camino. Es no obsesionarse con aquellos detalles de la vida que están fuera de nuestro control, y enfocarnos en lo que sí podemos controlar para darle paso a los nuevos comienzos.
Dejar ir es vivir en el presente, sin preocuparse por lo que ya fue o por lo que será mañana.
Cada día tenemos la opción de seguir aferrándonos al pasado hasta que la carga sea tan pesada que no nos deje continuar o soltarlo para avanzar en nuestro viaje por la vida.
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